14 nov 2013

Bien, Independiente. Bien!

  • Pasaron cosas que hacía mucho tiempo no pasaban en el mundo Independiente. Se ganó. Se superó al rival en cada centímetro de la cancha. Se goleó. Se hicieron golazos. Montenegro convirtió de tiro libre después de más de cuatro años… Y hablando de cuatro, hasta Vallés se anotó en el marcador con un gran disparo. Todo redondo para una gran fiesta roja en el Libertadores. Pero está claro que el presente no da para grandes festejos, que una goleada ante un rival muy opaco como Ferro nos permite soñar pero todavía no concreta nada, y que el camino aun tiene mucho tramo por recorrer. Pero este Independiente está cambiando para bien, gracias a la magia, o en realidad, a una palabra mágica: LABURO del jefe Omar De Felippe. No se puede evaluar el trabajo defensivo ante Ferro, porque el equipo verde nunca molestó, pero se puede advertir que Julián Velázquez está casi en el nivel que le conocimos. Que Gabriel Vallés se ganó el lugar con esfuerzo y dedicación, superando sus limitaciones. Y lo mejor de todo es que se siguen sumando los minutos sin goles en contra. El medio campo tiene lo que hasta ahora es el gran acierto del técnico: la inclusión de Vidal en el puesto en el que se gastó dinero para traer dos refuerzos. En ofensiva, la sociedad entre Pisano y Montenegro abrió el marcador a los 12 minutos, pero en el resto del partido no tuvieron más encuentros, por lo que no se generaron las chances que se supone habrían podido generar ante un equipo muy flojo que jugó con uno menos durante 50 minutos. El partido se terminó a los 26 del ST con un golazo de tiro libre, y un par de minutos después, un bombazo de Vallés liquidó definitivamente la historia. Es decir, se goleó, pero increíblemente no se generaron las situaciones de gol imaginables para un equipo que tuvo el dominio absoluto de la pelota y el juego durante los 90 minutos. Es verdad que Ferro llegó con la idea de llevarse el empate y –como marca su historia- jugó con mucha gente atrás. También es verdad que con uno menos se cerró más todavía, y ante esa postura del equipo visitante, Independiente nunca perdió la calma ni se salió de su libreto de control de pelota y aprovechamiento de las situaciones. De las pocas situaciones. ¿Y Parra? Allá, arriba, en soledad y con casi nula participación… Este es el Independiente que tenemos. Este es el equipo al que Omar De Felippe le está devolviendo de a poco la identidad. Mientras tanto, y más allá de todo lo que falta por corregir y de las flaquezas del rival, regalarle a la gente una goleada en casa, ha sido una gran idea.

    Textos  : Jorge Godoy 

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